José Rodríguez Vega, trajeado, observa con una turista lo que hoy es Bahía Feliz.
Cuando a José le dieron la primera licencia de taxis en 1964 no la quería: "Es que allí había tres gatos", recuerda
José Rodríguez Vega no quiere que digan que forma parte de la historia del turismo en Gran Canaria a pesar de que al volante de su coche, un Peugeot matrícula GC 25.798, fue el primer taxista a quien el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana le otorgó una licencia para pasear a los turistas. Ésa es la realidad y ahí va algún dato que ponen las cosas en su sitio: en 1964 el alcalde, Marcial Franco, le dio a José una licencia de taxista, la número 38, que le autorizaba a "traer y llevar visitantes".
Entonces ya había algún coche particular que hacía viajes, "pero eran piratas. Oficialmente, este que está aquí fue el primero que la tuvo", aclara. Pero como eran otros tiempos y el término turista no estaba aún en la cabeza de nadie a punto estuvo José de rechazarla porque la parada de su taxi estaba en San Agustín, en La Rotonda, "y allí había cuatro gatos. De turistas, ¡nada! Sólo le diré que en Maspalomas vivían unas 100 personas, así que ya sabe de lo que hablo..." Por eso "don Marcial tuvo que convencerme para que la cogiera. Recuerdo que me dijo que a lo mejor para mí no era negocio, pero el día de mañana para mis nietos, sí..."
Cuenta José que el taxi le costó entonces 106.000 pesetas y que lo avaló su cuñado, que tenía una única panadería de Maspalomas. "Cuando de verdad empezaron a llegar turistas fue en 1970. Empezó a verse movimiento y, como era el único que estaba allí, es que no paraba. Tanto que a veces el sueño me vencía y entonces paraba el primer coche que se cruzara y le decía que llevara a los turistas porque ya no podía más. Sí, sí. Fueron años duros porque cuando llegaron los turistas las carreteras eran de tierra. Nadie se imagina", relata.
AVISOS. Los avisos para llevar clientes se los dejaban en La Caseta de los Artiles, un bar de Maspalomas. "Allí me escribían: 'Pepe, que mañana vaya a buscar a fulano a las..." Y Pepe iba puntual. La peor experiencia fue con la Guardia Civil, que prohibía que un taxi pasara por delante de ellos tres veces al día. "Si te trincaban te quitaban la licencia; así que echábamos por caminitos para que no nos vieran..."
Noticia del diario La Provincia
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