Ayer cogí un taxi. Suele ser muy habitual que el taxista sea oyente de ‘A Fondo’. Como aficionado a la sociología, el muestreo aleatorio indica que la inmensa mayoría de los taxistas de Madrid escuchan ‘A Fondo’.No me sorprendió que el taxista me reconociera por la voz e iniciáramos pronto la conversación.
José Luis, como se llama el taxista de esta historia, tras despotricar mutuamente sobre el desastre que habían montado los vagos subvencionados de los sindicatos en Madrid, empezó a encomiar a la Plataforma de las Clases Medias.
Insistía, con gran fuerza y convencimiento, en que siguiéramos, que esa era la solución, incentivar el trabajo, el esfuerzo y el mérito.
“Somos muchos los que compartimos esas ideas. Muchos más de los que usted pueda pensar”, enfatizó José Luis.
Estaba especialmente ilusionado porque en su pueblo de origen, Navahermosa, de Toledo, se había puesto en marcha una delegación de la Plataforma, puesto que en el foro de la localidad había gente informando de los objetivos e ideario del movimiento ciudadano.
En efecto, la Plataforma se va extendiendo de manera capilar por muchas ciudades y pueblos de España.
“En cuanto que vaya a Navahermosa entraré en contacto con los de la Plataforma de allí”, me indicó.
“Parece que los españoles nos hemos vuelto cobardes, pero no es así, somos muchos los que estamos dispuestos a defender la libertad”, indicó. Estaba muy molesto con los pitidos al himno nacional en la final de la Copa del Rey. Coincidimos en que en un caso así hay que suspender el partido y celebrarlo a puerta cerrada.
“Por lo que veo en el taxi –me informó- Zapatero no tiene ningún futuro. No engaña ya a nadie. La indignación es muy grande”.
“Lo que tiene futuro –añadió- es la Plataforma de las Clases Medias. No ceje. Tiene que continuar”.
Con gente como José Luis, el taxista, la regeneración democrática se abrirá paso de manera imparable
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